¿Qué clase de futuro distópico, y en ese sentido indeseable, plantea su novela?
Es un futuro que no merece la pena vivir. Hay muchos libros prohibidos y algunos se están reescribiendo. El arte ha perdido su valor porque las obras tienen que cumplir cánones políticos, los cupos laborales de género ocasionan desarreglos en el mercado laboral, y la presión social a través del acoso a quien piensa diferente, algo que estamos empezando a vivir en las redes sociales, llega a la máxima expresión.
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